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El otoño cae como un susurro antiguo, tiñendo de dorado los secretos que el verano dejó al descubierto. Entre hojas que mueren con elegancia y brisas que huelen a historia, despiertan los misterios que el corazón intenta callar. Y en ese crepúsculo tibio, donde la melancolía se mezcla con el rojo ardiente de los árboles, florecen pasiones prohibidas, silenciosas pero intensas, como brasas escondidas bajo un lecho de hojas marchitas.

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